Así fue como, ampliando etapa a etapa la familia de «peregrinos», a medio camino quise agrandar también el desafío y salir de lo conocido: en Logroño me desvié hacia el Camino del Ebro para llegar a casa, en Mataró, pasando por Zaragoza, Lleida y Montserrat, sin olvidar los Monegros; quería poder decirme que había caminado del océano al mar. Y aunque mi intención al principio fue irme sin billete de vuelta, mi cuerpo me avisaba desde hacía tiempo de que debía pasar de nuevo por tierras catalanas para descansar.
Lo que me esperaba en Mataró y Barcelona al «aterrizar» me dio definitivamente la perspectiva que necesitaba para invertir toda mi energía en mí, para empezar, y en la vida que quería vivir, de una vez y por fin.
Cuando estuve muy cerca de dejar de vivir para contarlo, lo que volvió a impulsarme para levantarme fueron las fotos que tenía que hacer: pensar en las postales del Camino Adverso, que desde el primer momento me propuse recorrer.
Si había podido hasta entonces con el camino que llevaba por dentro —me dije—, la enfermedad, por grave que fuera, solo podía ser un paseo. Aún había mucho clickamino que ver y más peregrinos por conocer. Y si algo tuve claro desde el principio fue que el cáncer no me iba a detener.
La fuerza interna que he cultivado al recorrer el Camino de Santiago me ha salvado literalmente la vida y me ha impulsado a renacer. Desde entonces, el clickamino es mi «para qué», lo que me da sentido, esté o no en el Camino.
Con el tiempo, el clickamino ha ido creciendo como un relato auténtico, tremendamente rico, divertido… y necesario. A esta historia le debo tanto como el equilibrio imprescindible que me ha dado, y funciona y llega a otras personas porque ilustra metafóricamente los procesos de resiliencia, reconexión emocional y cambio como cada uno los entiende. Y sin usar estos palabros.
La experiencia, propia y ajena, me ha mostrado que todos los seres vivos somos inconmensurablemente sabios. Solo necesitamos estar en el contexto adecuado para escucharnos.
Ojalá cuente contigo para compartirlo. Si has llegado hasta aquí, te doy las gracias de antemano. Pero podemos hacer más.