Hubo un momento en el que la vida me replanteó en cuerpo y alma y me invitó a tomar decisiones. Para hablar de ello con calma, yo la invité a pasear.

Hicimos juntas el Camino de Santiago y llegamos al fin del mundo. Yo anduve perdida a pesar de las flechas, hasta que empecé a asomar de vez en cuando por el camino… y me encontré.
Clickie se ha convertido desde entonces en mi compañera inseparable de viaje. Y en una compi de camino diferente para quienes ven en ella al niño que nunca han dejado de ser.

Un año después volví al Camino y lo recorrí con Clickie al revés: el Camino Inverso marcó un segundo hito en mi vuelta a la inocencia, y compartir el clickamino con cada vez más peregrinos fue una experiencia inolvidable que aún no me acabo de creer.
Reconciliarme conmigo no fue una opción: era cuestión de supervivencia. Olvidamos con frecuencia que el cuerpo, muchas veces, es lo último que duele: la enfermedad es a menudo su recurso de emergencia para obligarnos a parar.
La supervivencia emocional también existe, aunque no solemos prestarle atención hasta que grita. La educación emocional facilita la conciencia y los recursos necesarios para equilibrar la vida.
El Camino de Santiago no lo es todo, aunque a menudo supone un antes y un después en tu trayectoria vital.

Antes de jugar a los peregrinos jugué muchos años a ser muchas cosas. Fui alumna, estudiante, becaria, viajera, trabajadora, extranjera, emprendedora, paciente y enferma, y lo que me queda. El orden es aleatorio; a menudo fui disfrazada de varias cosas a la vez.
De Clickie he aprendido que disfrazarse mola un rato, pero que si vas disfrazado todo el tiempo llega un día en el que no te reconoces en el espejo. Después de encontrarme con ella por el camino le prometí volver a ser lo que era. Y a tu niña no le haces una promesa cualquiera.
Caminar conmigo es la decisión más sabia que he tomado hasta ahora. Caminar contigo es el viaje más bonito del mundo: el que recorres a lo largo de la vida siendo lo que eres de verdad.

En este punto es donde probablemente confluyen mi historia y la nuestra. O sea: la tuya, la mía y la de muchas más personas con ganas de crecer, aprender y acompañar. Si has llegado hasta aquí, puede que te identifiques con lo que cuento. Sea o no el caso, ¡seguro que tienes mucho que aportar!
No importa en qué etapa del camino nos encontremos. La vida es un aprendizaje continuo en el que las emociones y la comunicación son básicas en cada paso hacia el bienestar.
Mi sueño es retornar a la vida, mediante la educación emocional y comunicativa, gran parte de lo que me brinda: conciencia, recursos y autenticidad. Enriquecerlo mediante la experiencia no es un trabajo: es un compromiso. Devolverlo, una responsabilidad. El clickamino es mi medio para hacerlo realidad.